¿Qué cosa sucede con y después de la muerte?





¿De dónde se origina la muerte?

Dios no ha querido ni creado la muerte así como la sufrimos hoy. La muerte entró en el mundo como consecuencia del primer pecado cometido por Adán y Eva, nuestros primeros padres. La muerte es, pues, el «salario del pecado»(Rm 6,23).


¿Cuál es el sentido de la muerte?

  • Hoy se tiende a censurar y a remover tal realidad de la vida humana. Solo pensar en la muerte procura angustia. No pensando en ella se cree alejarla o vencerla. En realidad esa, inexorable, viene, y puede venir en cualquier momento, a cualquier edad de la persona, en cualquier condición en que se encuentre.
  • Para cada ser humano, la muerte es:
    • signo de nuestro ser hombre; esa pertenece a la condición humana;
    • el final de la vida terrena;
    • una puerta que cierra un modo de vivir para abrir otro: no es el final de todo;
    • un reclamo a la sabiduría de saber vivir bien el tiempo a nuestra disposición;
    • un modo de actuar una fundamental igualdad entre todos, más allá de la pertenencia a clases sociales, condiciones económicas, capacidades culturales.
  • Para el cristiano, la muerte es iluminada por la Palabra de Dios que nos ofrece una luz que ilumina y consuela. La muerte se convierte así en:
    • un poner fin a la vida del hombre como tiempo abierto para acoger o rechazar el amor de Dios en Cristo;
    • un iniciar la vida eterna, y por tanto aquel vivir nuevo y para siempre que tiene comienzo después de esta vida terrena;
    • un encontrar a Dios, Padre y también Juez;
    • un posible modo para expresar un acto de obediencia y de amor hacia el Padre, según el ejemplo de Cristo.
  • Es propiamente por esta visión cristiana de la muerte que San Francisco de Asís podía exclamar en el Cántico de las Criaturas: «Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal» (Fonti Francescane, 263).


¿Qué cosa sucede con la muerte?

  • Con la muerte, se verifica la separación del alma y del cuerpo. El cuerpo del ser humano cae en la corrupción, mientras que su alma, que es inmortal, va al encontrar de Dios para ser juzgada. Esa será nuevamente unida al cuerpo al final de los tiempos.



¿Qué cosa significa morir en gracia de Dios?

Significa morir con la conciencia de no tener pecado mortal en el alma. Significa morir en paz con Dios y con el prójimo. «Cierta es esta palabra: si morimos con El, viviremos también con El» (2Tim 2,11).



¿Cómo es posible morir con cristo?

Es posible:

    • viviendo como hijos de Dios durante nuestra vida terrenal;
    • pidiendo frecuentemente perdón a Dios por nuestros pecados mediante el sacramento de la Reconciliación (Confesión);
    • usufructuando, si es posible, de los sacramentos instituidos por Cristo para los enfermos graves y para cuantos están por pasar de esta vida a la otra: el sacramento de la Eucaristía como Viático y el sacramento de la Unción de los enfermos.



¿Cómo cristo ha vencido la muerte?

Destruyendo la causa de la muerte, es decir el pecado, con Su Muerte en la cruz y con Su Resurrección.



¿Cómo describir las condiciones del hombre después de la muerte?

«Es necesario evitar representaciones imaginarias y arbitrarias que en vez de ayudar profundizan las dificultades de la Fe cristiana. Las imágenes empleadas por la Sagrada Escritura merecen sin embargo respeto. Es necesario buscar su sentido profundo, evitando el riesgo de atenuarlas demasiado, vaciando de su sustancia las realidades que esas manifiestan» (CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta sobre algunas cuestiones relacionadas con la escatología).



¿Qué cosa sucede después de la muerte?

El alma, separada del cuerpo, es juzgada por Dios en relación a la Fe y a las obras realizadas. Este es el juicio particular, con el cual se da a cada uno la inmediata retribución por su vida terrena.

  • Tal retribución consiste en tener acceso:
    • al gozo eterno del paraíso:
      • inmediatamente después de la muerte;
      • después de una adecuada purificación (purgatorio);
    • o a la condenación eterna del infierno.



¿Qué cosa es el paraíso?

El Paraíso es el estado de felicidad plena y definitiva. Tal felicidad consiste en ver a Dios «así como El es » (1 Jn 3,2), «cara a cara» (1 Cor 13,12). Dios será entonces conocido y amado como la máxima, suprema felicidad del hombre, el fin último y la realización plena de las aspiraciones más profundas del hombre.
Este misterio de visión beatífica, de comunión beata con Dios y con todos aquellos que son en Cristo, supera toda posibilidad de comprensión y descripción. La Sagrada Escritura nos habla de ella con algunas imágenes: vida, luz, paz, banquete nupcial, casa del Padre, Jerusalén celestial...



¿Qué cosa es el purgatorio?

El Purgatorio es la purificación de aquellos que mueren en gracia de Dios, y por tanto están ya seguros de poder entrar al Paraíso, pero tienen necesidad de una ulterior purificación a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en el gozo del Paraíso.



¿Cómo podemos nosotros ayudar a tal purificación?

  • Dios purifica, con los méritos de Cristo muerto y resucitado, a cuantos están en el Purgatorio, gracias también a la colaboración que nosotros podemos darles. Nosotros, que somos aún peregrinos aquí en la tierra, podemos de hecho ayudar a nuestros difuntos, que están en el Purgatorio:
    • con nuestras oraciones de sufragio, en particular participando en la Santa Misa y también haciendo celebrar la Santa Misa por ellos;
    • con obras de penitencia y caridad;
    • con las Indulgencias, que son la remisión, concedida por Dios, de la pena temporal por los pecados ya perdonados en cuanto a la culpa. Todo cristiano, peregrino sobre la tierra, puede adquirir, por la intervención de la Iglesia, tales Indulgencias, si se está debidamente dispuesto y con las condiciones determinadas, y puede aplicarlas a los difuntos, de tal manera que puedan ser aliviados de las penas temporales debidas por sus pecados.


¿Qué es el infierno?

  • El infierno es la condenación eterna de cuantos, por su libre elección, mueren en pecado mortal sin haberse arrepentido y sin acoger el amor misericordioso de Dios. Jesús expresa tal realidad con algunas imágenes: gehena, fuego inextinguible, horno ardiente… Son imágenes para describir el estado de sufrimiento extremo, de condenación eterna que golpea a cuantos están en el Infierno.
  • La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios: sólo en El de hecho el hombre puede tener la vida y la felicidad, para las que ha sido creado y a las cuales aspira.
  • Dios no predestina a ninguno para ir al infierno. Antes más bien El, como Padre bueno, quiere que todos se salven y lleguen a Su Casa: el Paraíso. Para esto ha enviado a Su Hijo muerto y resucitado. El no quiere«que alguno se pierda, sino que todos tengan manera de arrepentirse» (2 Pt 3, 9). Por esto El reprende a cada persona, sea benévolamente o, a veces, también en forma fuerte (como hace un buen padre con su propio hijo). Y con todo, habiendo creado al hombre libre, Dios respeta las decisiones de la persona, y esto sobre todo en el momento de su muerte. Por tanto es el mismo hombre quien, en plena libertad y responsabilidad, se autoexcluye del Paraíso y, persistiendo en su rechazo radical de Dios, merece el Infierno.


¿Qué cosa es el juicio final, universal?

Es el juicio que Dios emitirá al final de los tiempos, al final del mundo, cuando Cristo «vendrá en gloria con todos sus ángeles[…]. Y serán reunidos delante de El todas las gentes, y El separará los unos de los otros […]. E irán éstos al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna» (Mt 25, 31-46).
Con tal juicio:

  • Resurgirán todos los cuerpos de los hombres. Cada cuerpo, transformado de corruptible y mortal en incorruptible y eterno, se unirá a la propia alma, compartiendo con ésa la condición del Paraíso o del Infierno: condición que ésa tiene desde el momento de la muerte del cuerpo.
  • Entre todos los santos del cielo se vivirá una comunión fraterna «extremamente deliciosa, porque cada uno tendrá todos los bienes de todos los demás beatos. Cada uno amará al otro como a sí mismo y por eso podrá gozar del bien del otro como del propio. Así el gozo de un solo será tanto mayor cuanto más grande será el gozo de todos los demás beatos» (S. TOMÁS DE AQUINO, Conferencia sobre el Credo).
  • Serán “nuevos cielos y nueva tierra” (2Pt 3, 13). El universo actual, liberado de toda esclavitud, será un nuevo universo, en el cual “no habrá más muerte, ni luto, ni lamento, ni afán porque las cosas de antes han pasado” (Ap 21, 4).
  • Se realizará en modo perfecto y definitivo el designio de Dios de “recapitular en Cristo todas las cosas, las del cielo y las de la tierra” (Ef 1, 10). Dios será “todo en todos” (1Cor 15, 28).


¿Cuándo sucederá el juicio final?

Sólo Dios conoce el día y la hora de tal advenimiento definitivo. Nosotros sabemos solamente que sucederá en “el último día” (Gv 6, 39), al final de este mundo.



¿Dónde se fundamenta nuestra fe acerca de la resurrección de nuestro cuerpo?

Se fundamenta:

  • sobre la Fe en Dios que “no es un Dios de muertos, sino de vivos” (Mc 12, 27).
  • sobre Jesucristo, el cual:
    • ha dicho “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11, 25);
    • ha realizado algunas "resurrecciones" durante su vida terrena: la de Lázaro, la del hijo de la viuda de Naín, y de la hija de Jairo. Tales "resurrecciones", que eran un regreso a la vida anterior, eran signo de su ser "la resurrección", y prefiguración de su resucitar
    • ha hecho esta solemne promesa antes de morir: “Yo voy a prepararles un lugar; cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, regresaré y los llevaré conmigo, para que también ustedes estén donde yo estoy” (Jn 14, 2-3);
    • ha libremente sufrido la muerte, y muerte de cruz, por nuestra salvación: con su muerte ha vencido la muerte, para sí y para todos nosotros;
    • ha resucitado El mismo con su propio cuerpo, transformado y glorificado: “Si Cristo no ha resucitado […] vana es vuestra Fe” (1 Cor 15, 14);
    • &es principio, fundamento y certeza también de nuestra resurrección: El es “el primogénito de los que resucitan de entre los muertos” (Col 1, 18); “Dios, que ha resucitado al Señor, nos resucitará también con su poder” (1 Cor 6, 13).


¿Cómo sucederá la resurrección de nuestros cuerpos?

Conocer la forma como sucederá la resurrección supera las posibilidades de nuestro intelecto. Es accesible sólo en la Fe.



¿Cuál es la diferencia entre la resurrección del cuerpo y la reencarnación?

Existe entre las dos una enorme diferencia, en cuanto:

  • la resurrección no es un regresar a la vida precedente, sino e un vivir nuevo con un cuerpo completamente transformado;
  • cada vida es única e irrepetible;
  • “Está establecido que los hombres mueran una sola vez” (Eb 9, 27).


¿En qué sentido el cristiano muere y resucita cada día?

Cada día de la vida aquí sobre la tierra es para el cristiano un participar de la Muerte y de la Resurrección de Cristo, de un punto de vista:

  • sacramental: con el sacramento del Bautismo nosotros morimos con Cristo al pecado (somos liberados por El del pecado) y resucitamos a nueva vida, a la vida de los hijos adoptivos de Dios, miembros de Cristo y de su Iglesia, templo del Espíritu Santo;
  • moral: cada día somos llamados a huir del pecado, a evitarlo, a arrepentirnos y a salir del mismo, para vivir cada momento como hijos de Dios, buscando “llas cosas de arriba, donde se encuentra Cristo sentado a la derecha de Dios” (Col 3,1).

El Primicerio
de la Basílica de los Santos Ambrosio y Carlos en Roma
Monsignor Raffaello Martinelli

Ciencia y fe cristiana: ¿cómo se concilian?


¿Qué relaciones ha habido entre fe y ciencia a través de la historia de la iglesia?


A través de los siglos, ha habido y hay aún personas que han buscado un diálogo y una colaboración entre Fe y ciencia, para ventaja y servicio del crecimiento de la persona y de la entera humanidad. También es verdad que no han faltado, incluso entre los cristianos, actitudes que no han percibido y reconocido la legítima autoridad de la ciencia, suscitando discusiones y controversias, hasta retener que ciencia y Fe se oponen entre ellas. Otras veces ha habido entre ambas indiferencia, que les ha llevado a caminar por binarios paralelos, en la completa ignorancia la una de la otra. Se afirma también que la Iglesia, fiel a la propia misión, puede entrar en diálogo con cualquier tipo de ciencia y utilizar eficazmente los resultados científicos para cumplir mejor su misión. Enviada a todos los pueblos di cualquier tiempo y lugar, la Iglesia no está ligada de modo exclusivo a ningún tipo de ciencia, y tampoco a conquista científica alguna.

¿Cuál dialogo puede existir entre fe y ciencia?


Un diálogo en la distinción: un diálogo que reconozca las características específicas de cada una de las dos. De hecho, cada una: tiene propios métodos, ámbitos y objetos de investigación, finalidades y límites, debe respetar la otra y reconocer a la otra la legítima posibilidad de ejercicio autónomo según los propios principios. “Existen dos órdenes de conocimiento distintos, el de la Fe y el de la razón, y la Iglesia reconoce que "las artes y las disciplinas humanas (…) se sirven, en el ámbito propio de cada una, de principios propios y de un propio método; por lo que, "reconociendo esta justa libertad", la Iglesia afirma la legítima autonomía de las ciencias” (GS, 36). Al mismo tiempo, las dos están llamadas a servir al hombre y la humanidad, favoreciendo el desarrollo y el crecimiento integral de cada uno y de todos.

¿Cómo se debe entender la autonomía de la ciencia?


“Si por autonomía de las realidades terrenas se da a entender que las cosas creadas y las mismas sociedades tienen sus leyes y valores propios, que el hombre gradualmente debe descubrir, usar y ordenar, entonces se trata de una exigencia de autonomía legítima: esa no solamente es reivindicada por los hombres de nuestro tiempo, sino que es conforme al querer del Creador.
De hecho es de su misma condición de criaturas que todas las cosas reciben su propia consistencia, verdad, bondad, sus propias leyes y orden; y el hombre está llamado a respetar todo esto, reconociendo las exigencias de método propias de cada ciencia o técnica en particular […]Si en cambio con la expresión «autonomía de las realidades temporales» si se quiere decir que las cosas creadas no dependen de Dios y que el hombre puede usarlas sin referirlas al Creador, entonces a ninguno que crea en Dios le puede escapar cuánto falsas sean estas opiniones. La criatura, de hecho, sin el Creador se desvanece” (GS, 36). “Es ilusorio reivindicar la neutralidad moral de la investigación científica y de sus aplicaciones. Por otra parte, los criterios orientativos no pueden deducirse ni de la simple eficacia técnica, ni de la utilidad que pueda derivarse para unos a precio de otros, ni, peor aún, de las ideologías dominantes. La ciencia y la técnica piden, por su mismo significado intrínseco, el incondicionado respeto de los criterios fundamentales de la moralidad; deben estar al servicio de la persona humana, de sus derechos inalienables, de su bien verdadero e integral, en conformidad con el proyecto y la voluntad de Dios” (CIC, 2294).La autonomía de la ciencia termina por tanto donde la recta conciencia del científico reconoce el mal del método, del resultado o del efecto.

¿Cómo se debe entender la autonomía de la ciencia?

“Si por autonomía de las realidades terrenas se da a entender que las cosas creadas y las mismas sociedades tienen sus leyes y valores propios, que el hombre gradualmente debe descubrir, usar y ordenar, entonces se trata de una exigencia de autonomía legítima: esa no solamente es reivindicada por los hombres de nuestro tiempo, sino que es conforme al querer del Creador.
De hecho es de su misma condición de criaturas que todas las cosas reciben su propia consistencia, verdad, bondad, sus propias leyes y orden; y el hombre está llamado a respetar todo esto, reconociendo las exigencias de método propias de cada ciencia o técnica en particular […]Si en cambio con la expresión «autonomía de las realidades temporales» si se quiere decir que las cosas creadas no dependen de Dios y que el hombre puede usarlas sin referirlas al Creador, entonces a ninguno que crea en Dios le puede escapar cuánto falsas sean estas opiniones. La criatura, de hecho, sin el Creador se desvanece” (GS, 36). “Es ilusorio reivindicar la neutralidad moral de la investigación científica y de sus aplicaciones. Por otra parte, los criterios orientativos no pueden deducirse ni de la simple eficacia técnica, ni de la utilidad que pueda derivarse para unos a precio de otros, ni, peor aún, de las ideologías dominantes. La ciencia y la técnica piden, por su mismo significado intrínseco, el incondicionado respeto de los criterios fundamentales de la moralidad; deben estar al servicio de la persona humana, de sus derechos inalienables, de su bien verdadero e integral, en conformidad con el proyecto y la voluntad de Dios” (CIC, 2294).La autonomía de la ciencia termina por tanto donde la recta conciencia del científico reconoce el mal del método, del resultado o del efecto.

¿Puede existir un verdadero contraste entre los descubrimientos de la cienca y las verdades de la fe?

Es necesario superar la contraposición que a veces se ha hecho entre descubrimiento científico, alcanzado por la razón, y la verdad conocida mediante la Fe. No puede existir verdadera contradicción, siempre que se trate de un positivo descubrimiento científico y de una auténtica verdad de Fe. En tal caso se trata de la misma verdad, que los hombres alcanzan siguiendo caminos complementarios. De hecho, omnis veritas a Deo: toda verdad viene de Dios. Ambas, ciencia y Fe, aún siendo distintas, están unidas en la verdad: convergen al admitir la capacidad de conocer las verdades y la Verdad, encuentran en la verdad su fundamento, el motivo de su existencia, la finalidad de su obrar. Ciencia y Fe son ambas don de Dios “Aunque si la Fe está sobre la razón, no podrá haber jamás verdadera divergencia entre Fe y razón: porque el mismo Dios que revela los misterios y comunica la Fe, ha puesto también en el espíritu humano la luz de la razón, este Dios no podría negarse a sí mismo, ni lo verdadero contradecir lo verdadero” (DF,4). “Por esto la búsqueda metódica de toda disciplina, si procede en forma verdaderamente científica y según las normas morales, no estará jamás en real contradicción con la Fe, porque las realidades profanas y las realidades de la Fe tienen origen en el mismo Dios. Incluso, quien se esfuerza con humildad y perseverancia en escrutar los secretos de la realidad, aunque no se de cuenta, está conducido por la mano de Dios, el cual, manteniendo en la existencia todas las cosas, hace que sean lo que son” (GS, 36). Ambas están al servicio del hombre, de todo el hombre y de todo lo que es auténticamente humano. Esas están ordenadas al hombre, a partir del cual se originan y se desarrollan y del cual promueven el desarrollo integral a beneficio de todos. Encuentran en la persona la indicación de su fin y la conciencia de sus respectivos límites.

¿Cuál es la tarea de la ciencia?

Descubrir la maravillas de la naturaleza, con aquella actitud que es propia de aquel que no extiende las manos sobre el mundo diciendo: es mío, sino de quien, admirado, lo ve donado por otro, y reconoce que: es don de Otro para ti y para todos . Respetar la diferencia ontológica y axiológica que existe entre el hombre y los otros seres vivientes. Respetar la naturaleza de cada ser y de su mutua conexión con los otros seres en un sistema ordenado y equilibrado (el ecosistema) .Promover el ambiente como casa y como recurso en favor del hombre y de todos los hombres .Buscar el verdadero bien de la humanidad según el designio de Dios y de su voluntad, y permitir al hombre, considerado como individuo o como miembro de la sociedad, cultivar y actuar su vocación integral. Realizar un servicio: a la verdad ;a la dignidad de la persona y a la calidad de su vida ;a la humanidad y a sus valores ;a la satisfacción sobretodo de las necesidades primarias del hombre, buscando desterrar cada vez más el hambre y la enfermedad .Mantener en el hombre las facultades de la contemplación y de la admiración que conducen a la sabiduría ;realizar un proyecto científico que sea verdadero progreso humano .Evitar: pensar que puede dar solución a todo ;absolutizar los propios métodos y los propios resultados ;excluir otros caminos de investigación ;disponer arbitrariamente de la tierra, sujetándola sin reservas a su voluntad, explotando desconsideradamente los recursos de la creación ;efectuar experimentaciones con seres humanos sin el consenso explícito del sujeto o de quienes representan sus derechos, cuando se hace correr riesgos desproporcionados o evitables para la vida o la integridad física y psíquica de los sujetos. Mirar con interés la Fe cristiana, la cual desvela el sentido último de la dignidad del hombre y permite encontrar a Cristo, el hombre perfecto, siguiendo al cual, el hombre se hace también más hombre, y encuentra en él su plenitud y realización.

¿Qué ayuda puede dar la fe a la ciencia? La Fe cristiana: ofrece a la ciencia excelentes estímulos y ayudas para realizar su trabajo con mayor empeño y especialmente para descubrir el verdadero significado de sus actividades, al interno y al servicio de la vocación integral del hombre .ayuda la ciencia a tomar mayor conciencia de los propios límites: esa no es el valor más alto, al cual todos deben someterse ; no puede explicar todo, y sobre todo no puede explicar todo acerca del hombre La ciencia puede dar una respuesta parcial y no exhaustiva al problema de la verdad sobre el hombre, considerado en todas sus dimensiones, y sobre el sentido último de nuestra historia y la del universo ;no puede dar respuesta a todos los problemas teológicos, filosóficos…, limitándose a los conocimientos experimentales. Pone en guardia incluso sobre los graves riesgos en que puede incurrir la ciencia. Por ejemplo: “El actual progreso de la ciencia y de la técnica, que en razón de sus métodos no pueden penetrar en las razones íntimas de las cosas, puede favorecer un cierto fenomenismo y agnosticismo, cuando el método de investigación de que hacen uso estas ciencias viene equivocadamente elevado a norma suprema de investigación de la verdad total. Más bien, existe el peligro de que el hombre, confiándose demasiado de los actuales descubrimientos, piense que se basta a sí mismo y no busque más valores superiores” (GS, 36).valoriza en sumo grado las auténticas invenciones de la ciencia. De hecho la Fe afirma que, aunque haya que diferenciar con cuidado el progreso terreno del desarrollo del Reino de Cristo, sin embargo, el progreso científico, en la medida en que pueda contribuir a mejor ordenar la sociedad humana, contribuye a realizar el Reino de Dios, a construir “nuevos cielos” e “nueva tierra” (2 Pt 3, 13).ofrece la posibilidad y los principios morales que la ciencia debe respetar.

¿Los principios morales son un freno para la ciencia?

Los principios morales no son un freno o un obstáculo para el progreso, sino “el lecho de río, por el cual debe pasar la corriente impetuosa del pensamiento y del actuar humano. La ética pone límites a la ciencia para incrementar su fuerza, su utilidad y su eficacia, para evitar que salga de los márgenes, inunde y destruya. La ética es un elemento que ha contribuido a todo lo que de mejor y de más bello haya producido el hombre” (Pio XII).

fuente:Basilica de San abrosio y San Carlos.

El físico Hacking y Dios

Buzón del Universal.28 de Septiembre de 2010.Lun, 09/27/2010 - 17:59 — gtatis El profesor Stephan Hacking, uno de los pocos científicos vivos que se refrendan ateos, reabrió un debate ya superado por la lógica, la razón y la propia ciencia, al aseverar, sin desvergüenza alguna, que “Dios no creó el Universo” y que, por lo tanto, el mundo que conocemos surgió de la nada de manera espontánea, sin necesidad de que “nadie” lo creara.“Análisis Digital” recoge algunas frases célebres de destacados científicos sobre su fe en Dios, de entre las que he seleccionado las siguientes:
Albert Einstein: “A todo investigador profundo de la naturaleza no puede menos de sobrecogerle una especie de sentimiento religioso, porque le es imposible concebir que haya sido él el primero en haber visto las relaciones delicadísimas que contempla. A través del universo incomprensible se manifiesta una Inteligencia superior infinita”.
Charles Darwin: “Jamás he negado la existencia de Dios. Pienso que la teoría de la evolución es totalmente compatible con la fe en Dios. El argumento máximo de la existencia de Dios, me parece, es la imposibilidad de demostrar y comprender que el universo inmenso, sublime sobre toda medida, y el hombre, hayan sido frutos del
azar”. Werther Von Braun: “Por encima de todo está la gloria de Dios, que creó el gran universo, que el hombre y la ciencia van escudriñando e investigando día tras día en profunda adoración”. André Marie Ampere: “¡Cuán grande es Dios, y nuestra ciencia, una pequeñez!”.Isaac Newton: “Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos, un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo no ha podido salir sino del plan de un Ser omnisciente y omnipotente”. Guillermo Marconi: “Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder de la oración y creo no sólo como católico, sino como científico”.K. L. Schleich: “Me hice creyente por el microscopio y la observación de la naturaleza, y quiero, en cuanto esté a mi alcance, contribuir a la plena concordia entre la ciencia y la religión”. Sir Fred Hoyle: “El universo de las galaxias se dilata, y se crea continuamente en el espacio nueva materia para mantener constante la densidad media del universo, y esto exige la existencia de un Creador”. E. Whittaker: “Cuando se investiga profundamente sobre el origen del universo, no hay más opción que convertirse al catolicismo”. Clemente Ferrer Presidente del Instituto Europeo de Marketing

No hay publicaciones.
No hay publicaciones.